Capitulo 2
Entramos al bar y buscamos una mesa.
—Ahí —dice Lore, señalando una mesa vacía.
Corre hacia ella como una niña pequeña que ha encontrado su juguete favorito. Se sienta y nos observa con una sonrisa. Sergio la sigue de cerca, sentándose a su lado, mientras yo me quedo un poco más atrás, mirando la escena. «He visto tantas veces este tipo de escena en películas que ya no me sorprende tanto»
Víctor, por su parte, va directo al otro asiento, sin decir ni una palabra. Adivina quién me toca de compañero de mesa: sí, el mismísimo chico raro que no suelta ni prenda. «Genial», pienso mientras me siento al lado de él.
La camarera se acerca y nos toma el pedido. Lore pide una hamburguesa completa, Sergio se decanta por una lasaña pequeña y unas patatas, mientras Víctor, sorprendentemente, opta por unas costillas a la barbacoa. Yo, sin muchas ganas de pensar, pido una hamburguesa crispy con patatas.
Nos traen las bebidas mientras esperamos la comida. Tomo un sorbo de mi refresco y noto cómo Lore me observa, claramente emocionada por estar sentada junto a Sergio. Su sonrisa me contagia y no puedo evitar sonreír también.. Ella parece estar en una nube, y Sergio no deja de mirarla, aunque con algo más de calma. La verdad, hacen una buena pareja.
Yo, por otro lado, me pierdo mirando por la ventana, observando parejas, familias felices… «Que bonito…»
—Aquí tienen —dice la camarera, interrumpiendo mis pensamientos mientras deja la comida sobre la mesa.
Observo mi hamburguesa. No puedo negar que me moría de hambre. Cojo una patata y le doy un mordisco, echando un vistazo de reojo a Víctor. «Oh, cierto, se me había olvidado que él estaba aquí.» Le doy otro bocado a la hamburguesa mientras lo observo comer en silencio. «¿Le gustarán las costillas? ¿Estará aburrido? ¿Debería hablarle?» Pienso mientras mastico más rápido por el nervio que me está entrando.
Mientras Lore y Sergio hablan entre balbuceos y risitas, vuelvo a mirar a Víctor. Esta vez, noto un cartel en la pared, a lo lejos: Krispy’s, el nombre del bar. «Vaya, qué original. ¿Cómo se les habrá ocurrido?»
—¿Qué miras tanto? —pregunta de repente una voz grave, sacándome de mis pensamientos.
Miro a Víctor, quien me está observando fijamente. «Mierda.»
—¿Mm? —tomo un sorbo de mi bebida para no atragantarme y poso mi vista en sus ojos. Sus ojos, tienen algo especial. Y, por raro que suene, su mirada no me incomoda. De hecho, es totalmente lo contrario.
—¿Y? —insiste, tomando un trago de su bebida. Veo cómo su nuez se mueve al tragar. «Por Dios, ¿qué me pasa?»
—El letrero —respondo rápidamente, señalando el cartel que había estado mirando antes.
Él se gira para verlo, luego vuelve a mirarme.
—No es un mal nombre para un sitio —comenta, casi con indiferencia, pero con una leve sonrisa que no puedo descifrar del todo.
—¿Verdad? Me pregunto de dónde habrán sacado el nombre —respondo, dejándome llevar por mi imaginación.
—Quién sabe —dice encogiéndose de hombros antes de echar una mirada hacia Lore y Sergio—. ¿Seguro que es la primera vez que habláis? Parecéis una pareja de recién enamorados. —Una sonrisa traviesa se dibuja en su rostro, y casi me deja sin palabras.
«¡Se le dibujaron unos hoyuelos!»
—¿Qué? —dice Lore, sorprendida, mientras su cara se pone colorada.
Sergio solo sonríe, sin decir nada, pero claramente disfrutando del momento. Lore, avergonzada, se aparta un poco de él, aunque sigue sonriendo. «Espera, ¿qué está pasando aquí?»
—No le hagas caso, solo está celoso —dice Sergio, mirándola con una sonrisa tan encantadora que hasta yo casi me derrito. Y no es por Sergio. «Ah. No, olvida lo que dije.» Pienso y meneo mi cabeza.
—Ya veo. Amor verdadero —bromea Víctor, provocando que ambos se giren hacia él, sonrojados y con una mezcla de vergüenza y amenaza en sus miradas.
Víctor sonríe como si acabara de ganar una pequeña batalla. «Y vaya sonrisa…»
Me falta un bol de palomitas para completar la escena romántica que se está desarrollando delante de mí. Los observo, entre risas y miradas cómplices, parece que hasta puedo ver esa chispa entre ellos. La chispa del amor.
—Me voy, tío —dice Víctor de repente, levantándose de la mesa.
Lo miro, algo sorprendida, y luego bajo la vista a su plato. «Oh, ya terminó de comer.»
—Esto es mi parte —dice, dejando el dinero en la mesa. Luego, me mira—. ¿Vienes? —Me mira, esperando por una respuesta.
«¿Eh?, ¿yo?, ¿me hablas a mí?» Asiente con la cabeza, dándome a entender que sí.
—Eh… —miro mi plato, que también ya está vacío, “¿cuándo?”—. Pues vale.
Me despido de Lore y Sergio, quienes me sonríen agradecidos, sobretodo Lore, y sigo a Víctor, que ya se dirige hacia la salida. «Aquí vamos otra vez.»
¡Genial! Aquí tienes la continuación del Capítulo 2:
Salgo del bar detrás de Víctor, caminando en silencio mientras lo sigo de cerca. «No voy a mirar su espalda… No voy a bajar mi mirada…» Pero, por alguna razón, mis ojos terminan pegados a la sudadera negra que lleva puesta.
—¿A dónde vas? ¿A casa? —pregunta Víctor, girándose hacia mí mientras sigue caminando de espaldas.
—¿Eh? Pues… no sé —respondo, completamente sorprendida por su habilidad de caminar de espaldas sin tropezar—. ¿Y tú?
—A casa.
«Qué rápido lo ha dicho,» pienso mientras él se gira nuevamente y sigue caminando. No es fácil mantener una conversación con él, parece tener una especie de coraza a su alrededor. Cojo mi móvil para distraerme un poco y miro la hora. Las cinco de la tarde. Vuelvo a mirar su espalda. «Si llevara algo un poco más ajustado…»
De repente, Víctor se detiene en seco, haciendo que choque con él.
—¡Auu! —me quejo, tocándome donde me golpeé—. ¿Qué…? —Levanto la vista y me encuentro con sus ojos, que están fijos en los míos.
Lo veo deslizar su mirada hacia mis labios y luego regresar a mis ojos. «Ok, esto es raro. Muy raro… Pero también algo incómodo y… ¿juguetón?»
—Te invitaría a mi casa, pero no te conozco de nada —dice finalmente, con una seriedad que me descoloca. Luego, se lleva una mano a la barbilla y añade—. Y si eres una pervertida…
—¿Perdona? —me río sin querer, pero rápidamente me cubro la boca con la mano.
—O una asesina —añade con el mismo tono serio, pero esta vez con una mirada que es difícil de descifrar. Parece estar bromeando, pero al mismo tiempo no lo está.
Abro los ojos como platos, quedándome con la boca abierta. Sus ojos vuelven a fijarse en mis labios, y su expresión cambia a una más juguetona.
—Si lo fuera, ya habría hecho algún movimiento, ¿no crees? —respondo, con la poca vergüenza que me queda.
—Sí, sí… Estás esperando a llegar a mi casa para hacer ese movimiento —dice con una sonrisa burlona, poniendo una mano en la cadera. «Menos mal que lleva manga larga, porque si no, no podría apartar la vista de su brazo.» —¿A que sí?
—No —respondo, sonriendo también ante su mirada, aunque siento que me pongo cada vez más nerviosa—. Vale, me voy. No vaya a ser que me entren ganas de secuestrarte —digo, dando un paso hacia atrás, alejándome un poco.
—Ja. Ya te has revelado. Será mejor que me vaya o no podré dormir en casa —dice mientras se da media vuelta y se va, dejándome completamente atónita. Lo observo hasta que desaparece por la calle.
—Tiene buen culo —murmuro en voz baja, sonriendo para mí misma.