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Capitulo 1

Dicen que cuando te enamoras, nunca sabrás por qué. ¿Pero quién soy yo para hablar de amor si ni siquiera me he enamorado? Vivo en un pequeño pueblo, lejos de la gran ciudad. Aquí nunca pasa nada emocionante, siempre la misma rutina. Si mi vida fuera una de esas películas románticas que veía con mi madre, seguro aparecería alguien a robarme el corazón. Ja, pero esto es la vida real, y aunque apareciera alguien, jamás, repito, jamás se fijaría en mí.

—¿Layla? —La voz de mi mejor amiga, Lorena, me saca de mis pensamientos.

Levanto la vista y la miro. Ella espera una respuesta, mientras yo intento entender qué pasó. Me desconecté otra vez.

—¿Otra vez? —Lorena pone los ojos en blanco y sonríe con ironía.

De repente, siento un ligero golpe en la cabeza.

—¡Auch! —me quejo, frotándome donde me golpeó—. ¡Eso es maltrato, Lore!

—¿Maltrato? ¿De qué? ¿Animal? —responde burlona.

No puedo evitar soltar una risa, y en segundos ambas estamos riendo a carcajadas.

Después de un rato riendo, Lore decide parar.

—Vale, ya. Me duele el estómago de tanto reírme —dice, agarrándose la barriga.

—¿Y qué querías decirme? —pregunto, volviendo al tema.

—Pues… Sergio me ha pedido salir, y no sé qué hacer. ¿Qué le digo?

—¿Pero no estabas con otro? ¿Cómo se llamaba…? ¡Lucas! —le pregunto, recordando vagamente al chico.

Lore me lanza una mirada un poco molesta, pero al final sonríe, no de manera amistosa, sino más bien burlona.

—A veces se me olvida que eres así —dice con una gran sonrisa y me saca la lengua, claramente tomándome el pelo. La dejo porque, al fin y al cabo, la quiero—. Corté con él porque me puso los cuernos, el muy cabrón.

—¡No jodas! Lo siento mucho —le digo con tono serio, lamentando lo que le pasó.

—Bah, no te preocupes —responde encogiéndose de hombros—. Pero volviendo al tema, ¿qué hago con Sergio?

Se sienta a mi lado, claramente buscando un consejo que no sé si podré darle.

—Pues… no sé, Lore. Si te gusta, inténtalo. Y si no, quizás deberías darle una oportunidad, salir con él y ver qué pasa. Pero no me hagas mucho caso, ya sabes que no soy la mejor consejera en temas de amor—digo encogiéndome de hombros mientras me levanto y le ofrezco la mano—. Anda, vamos.

—¿A dónde? —me mira, confusa.

—A buscar a ese chico. ¡Venga!

Lore se levanta y entrelaza su mano con la mía, mientras sonríe de oreja a oreja. Caminamos juntas, yo siguiéndola, observando cómo su expresión cambia cada vez más mientras nos acercamos. Parece estar flotando de amor.

De repente, Lore se detiene en seco.

—¡Puf! —choco contra ella—. ¿Por qué paraste? —pregunto al tiempo que me froto la nariz antes de seguir su mirada.

Frente a nosotras, veo a un chico moreno, alto, con una piel bronceada perfecta, está hablando con otro chico que no conozco. No puedo ver bien sus ojos.

—Son castaños —dice Lore, como si pudiera leerme la mente—. ¿A que es perfecto? Fue amor a primera vista. He intentado acercarme a él, pero siempre está rodeado de gente. Es tan amable…

No termina de hablar cuando el chico moreno se acerca a nosotras.

—Hola, Lorena —dice con una voz que me obliga a levantar la vista.

Es él. El mismo que estaba describiendo hace unos segundos.

—¡Hola! —responde Lore, totalmente embobada. Su cara es un poema; le falta poco para empezar a babear.

«Para la próximo traigo un babero».  Pienso mientras sonrio.

El chico le sonríe y luego me mira, como si recién notara mi presencia. 

«¡Gracias por notar que yo también estaba!»

—Hola —me dice con una sonrisa amigable. Bueno, al menos parece simpático.

—Hola —respondo lo mejor que puedo, aunque las sonrisas nunca han sido mi fuerte. Luego, me doy cuenta de algo—. Y tú… ¿cómo te llamas?—le pregunto como si no lo supiera, o mejor dicho, como si no me acordara.

—Sergio —me responde, volviendo su atención rápidamente a Lore, que sigue mirándolo como si fuera el último ser del universo o…el último hombre.

Claro, Sergio. El chico del que Lore no ha parado de hablar.

—Entonces… ¿les apetece ir a comer algo? Conozco un buen sitio —propongo, ya que mi amiga parece estar en otro mundo y alguien tiene que decir algo.

Lore me lanza una mirada fulminante, como si con los ojos me estuviera gritando: «¿En serio?». Si Sergio no estuviera aquí, ya estaría con un pie en el otro mundo. Pero no le da tiempo de reaccionar cuando Sergio acepta.

—Suena bien. Por cierto, ¿cómo te llamas? —me pregunta, volviendo a dirigirse a mí.

—Layla —respondo con una sonrisa.

Lore parece a punto de explotar de los nervios, pero también de felicidad. La entiendo, es su gran momento. Me hago a un lado mientras los veo juntos y empiezo a observar al otro chico, el que estaba hablando con Sergio al principio, el que estaba todo el rato al lado suya, «ups». Me fijo más detenidamente y no puedo evitar pensar lo simple y normal que es. Pero tiene un no sé qué que hace que llame un poco mi atención.

Es alto, moreno, lleva la ropa más discreta que la de Sergio: sudadera negra, pantalones de chándal y zapatillas negras. También tiene puesta una gorra de invierno, a pesar de que no hace tanto frío. Es… diferente.

—Víctor —dice de repente, sacándome de mis pensamientos, haciendo que lo mire a los ojos.

Me quedo en blanco un segundo, «que color más hermoso» pienso al ver sus ojos, que me cautivaron en cuanto clave mi vista en ellos. Son de un verde esmeralda, como si llevara una preciosa joya en sus ojos. «Dios, que bonito color tiene. ¡Cómo no me di cuenta antes de su presencia!»

—¡Ahh!—grito internamente.

 Parpadeo y, cuando vuelvo en mí, me doy cuenta de que ya no está.

—¿Eh? ¿A dónde fue?—me pregunto, dudosa, mirando a mi alrededor.

 Definitivamente, es raro. Y seguro que me va a tocar sentarme con él. «Aunque no estaría mal».

Suspiro, y me voy fuera,  donde me los encuentro de nuevo. 

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